La cantante estrenó su octavo disco de estudio, semanas antes de su próxima visita a la Argentina
, un día antes de cumplir 30 años. Y el dato no es menor porque tanto en sus letras como en las músicas parece haber intentado resetear su maquinaria de producción para contar lo que tenía ganas de contar, desde otro lugar, con más aspereza. Concretamente, decidió tomar la mayor distancia posible de aquella chica que debía agradar a grandes multitudes para sostener el lugar que tenía asignado dentro del mundo de la música pop.
En la flamante producción hay alguna cita a la religión, ya desde el título que eligió para el álbum, y algunas confesiones que son muy de su temperamento. La fama que adquirió siendo tan joven tuvo muchos efectos negativos y cuando comenzó a imaginar este disco, a los 29, pudo reflexionar con más serenidad sobre muchas cuestiones, aunque, fiel a su estilo, sin mucho filtro.
En definitiva, es su relación con el actor Wilmar Valderrama y todo lo que hoy, a la distancia, recuerda como nocivo En esa línea puede estar “Eat me”. “¿Es esto lo que todos preferirían? ¿Te gustaría más si todavía fuera ella? ¿Se te hizo agua la boca?”, grita. Da toda la sensación de que quiso dejar bien claro que desde que se declaró no binaria hace el esfuerzo por despegarse de ese objeto sexual femenino que creó desde sus años de adolescente exitosa.